En los últimos años ha ido tomando fuerza entre los economistas y los ecologistas, un nuevo concepto, el decrecimiento, como respuesta a la tremenda crisis económica, medioambiental y social que está sufriendo el planeta Tierra, producto del rampante Capitalismo globalizado.
Asistimos, una vez más, a un supuesto callejón sin salida del Capitalismo (y decimos supuesto pues en más de una ocasión, en los últimos 100 años, se ha señalado el inmediato fin del Capitalismo, sin que hasta el momento hayamos podido asistir a sus exequias), y ante esta realidad, se ha articulado una nueva teoría económica que se basa en cambiar la tendencia hacia el crecimiento infinito del Capitalismo por una simplicidad voluntaria; esta teoría se le conoce bajo el término de decrecimiento, siendo uno de sus principales baluartes el economista Serge Latouche (se puede consultar sus libros, La apuesta por el decrecimiento o en una versión resumida, Pequeño tratado del decrecimiento sereno.) Los partidos políticos, sindicatos y movimientos sociales de izquierdas, han dejado de lado la emancipación del proletariado como bandera de lucha, a favor de enarbolar un nuevo estandarte, el ecológico, como ariete contra el Capitalismo. De esta manera, el obrero ha sido sustituido por la naturaleza; se ha pasado de la revolución proletaria a la lucha ecológica, seguramente motivado este cambio por el propio desarrollo del mundo occidental en donde la explotación humana por el capital, ha quedado difuminada bajo unas supuestas mejoras en las condiciones de trabajo y un Estado del bienestar. Sin embargo, ¿eso significa que haya desaparecido la base del Capitalismo: la explotación, la apropiación de los bienes, el egoísmo particular expresado en el lucro privado? Ni mucho menos pues todo esto estará vigente en tanto exista el propio Capitalismo, de ahí que conceptos que pretenden criticar al Capitalismo sólo desde una óptica ecológica, están condenados al fracaso, como ocurrió con la idea tan “revolucionaria” como fue el desarrollo sostenible, convertido durante años en la panacea de todos los males del Capitalismo y que finalmente ha sido asimilado por los economistas más conservadores y las grandes corporaciones, existiendo incluso una World Business Council for Sustainable Development (Consejo Mundial de Empresas para un Desarrollo Sostenible), al cual pertenecen en España, entre otras compañías respetuosas con el medio, Repsol YPF, Acciona o Telefónica (a nivel mundial, destacan DuPont, Bayer, Ford, Coca Cola, SINOPEC, BP, Sony o la Kuwait Petroleum Corporation). Esto demuestra bien a las claras que, mientras no se ataque la raíz del problema sino se intente atenuar algunas de sus consecuencias, el Capitalismo mantendrá su vigencia, reforzándose incluso pues los grandes depredadores mundiales pueden mostrar una cara amable, ecológicamente responsables. ... |
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